sábado

1861

A pesar que la luna no brille mañana, dará igual, sólo verte reír es lo que hace feliz a mi alma. Y es verdad que una mirada distinta o algún gesto más frío se clava en mi pecho, divaga del desconcierto, pero amor, ahí está la magia.
Ahora que te veo niño, ya te echo de menos. No imagino mis heridas si algún día te vas lejos.
Y es que quedan tantas cosas por contarte y que me cuentes, tantos ratos y pasiones por vivir a tu lado.
Y ojalá que nuestros ojos sí brillen mañana, que tu voz siga pidiéndome a gritos amor, a gritos de esperanza.
Ahora que te tengo no pienso perder el tiempo, ni perderme por mi absurdo ego ni un solo momento; se esfuma el miedo.
Que tu luz brille por siempre porque tu te lo mereces y perdona si algún día pretendí que no fueras tu mismo.