Dame un
beso, o dos. O mejor no me des ninguno. Dame un ábrazo que así de paso me
calientas, que tengo frío. Bueno no, ni te acerques. No quiero ni olerte. ¿Para
qué? ¿Para oler esa colonia que te pones porque sabes que me encanta y me dan
ganas de comerte? Para eso no. No te acerques. Ni me toques. Bueno va, dame una
pequeña caricia.. pero pequeña. No te emociones. No quiero que se me erice la
piel por sentir tu tacto. Regálame una rosa, pero que sea la que está más
muerta. Lo que importa es el detalle, ¿no? Así que poco importa el color de la
rosa, si le queda vida o no.. Quiéreme pero no me ames, que después viene
cuando mis sueños se estrellan. Cuando me prometes bajarme la luna, el sol y
las estrellas. Y lo más que consigues bajar, es de tu casa a la calle. No me
inventes historias de amor, cuéntame las de miedo que son mejores, y a estas
alturas prefiero creer en monstruos que en ti.