martes

1888


Ahora estoy delante tuyo y no sé que decirte. Tanto tiempo para pensar esto, y no sé cómo actuar. Quería que llegara este minuto, este segundo, pero tengo miedo, miedo de que te arrepientas de haber llegado hasta aquí y te vayas, miedo de parecer una idiota al no decirte nada, miedo de que de repente algo en mi barriga me impida actuar. Algo me dice que no lo haga, que aparecerá una rubia de metro ochenta a llevarte con ella. Pero hay algo que me recuerda que si dijera eso en voz alta delante tuyo, te lanzarías a mi haciéndome jurar que nunca más diría eso, que soy perfecta, que me amas, que soy la única con la que ha llegado a tocar el cielo. Y ahora te miro, me acerco, te beso, y lentamente, sin palabras, te digo que te quiero como a nadie.