Quiso el destino que esa noche hiciera frío y
que el ruido de los coches me hiciera hablarte al oído. Con el corazón en llanta nada
mejor que tu lengua abrigando mi garganta. Y conga, conga,
conga, conga y que siga la milonga amor, que el mozo traiga otra ronda y que
pague Dios.
Quiso el destino que ya no hiciera más frío, y
sin coche y sin ruido siga hablándote al oído. Y el diablo que se contenta con
que dudes un instante. Vos y yo, nuestras miserias y esta noche por delante amor,
¿quién sabe?