domingo

1872


Dando un navajazo al tiempo, tras tomar algunas copas me jugaré un beso en su boca, pondré bajo llave al miedo, y comprobaré de nuevo que los labios del pecado abren mil veces más puertas que los besos que no has dado.
Ella me hará alunizar a la hora de la siesta y yo cambiaré aquellas dunas por canciones como esta. Y aunque con abolladuras, rescataré su corazón del cubo de la basura.
Pero él querrá algo más y yo nunca supe dar promesas. Que no hay un corazón que sepa andar cuando le golpea la exigencia.
Pero él querrá algo más, algo que durara para siempre y no se si podré dar algo más que un amor eterno de tres meses.
Y quizás yo di algo más, todo lo que no he dado otras veces y puede ser que aprenda a sumar al amor eterno algunos meses.